Felicidad (según la filosofía yóguica)

El ser humano desea felicidad. Remueve el cielo y la tierra para obtener la felicidad que desea de los objetos sensoriales, y he ahí que se enreda en las redes de Maya (estado ilusorio). No sabe que esos objetos son perecederos, finitos y condicionados en el tiempo, el espacio y la causación. Y lo que es más, fracasa en obtener de ellos la felicidad deseada.

El ser humano está siempre sumido en la tristeza. Siempre lucha por obtener algo, dinero, poder, posición, etc. Vive siempre en estado de ansiedad por si lo conseguirá o no; e incluso cuando al fin posee lo que tanto deseó, le atormenta la idea de perderlo.

La felicidad proviene únicamente de la paz de la mente. Pero ésta proviene, a su vez, de un estado de mente en el que no hay deseos, ni ilusión, ni percepción de los objetos, ni pensamiento acerca de los objetos.

La causa del dolor es el placer. La causa de la muerte es el amor a la vida sensorial. El goce del objeto deseado no puede producir la satisfacción de dicho deseo. Por el contrario, agrava e intensifica los deseos, inquietando aún más la mente por causa del anhelo, de igual modo que al verter aceite el fuego crece.

La auténtica felicidad se halla dentro de uno. Se halla en el Alma. Es subjetiva. Se manifiesta sólo cuando la mente se concentra. Cuando los sentidos, se abstraen de los objetos externos, cuando la mente permanece fija en un punto, cuando se destruyen los deseos sutiles y se aniquila la mente, cuando dejas de albergar deseos y pensamientos, entonces la dicha del Alma empieza a amanecer y experimentas la felicidad espiritual, o Ananda.

“ ¡Oh hombre! Permanece contento. Vive donde desees, pero disciplina tu mente y sentidos. Medita en el ser interno. Ahí hallarás la paz duradera. Entonces dejará tu mente de engañarte”.

La dicha espiritual es la felicidad de la propia Alma. Es la dicha trascendental. Es independiente de los objetos. Es constante, uniforme y eterna. El placer sensual proviene de la emoción. Pero la dicha del Alma es la felicidad del Ser. Es la naturaleza inherente del Alma. El placer es temporal, se mezcla con el dolor, depende de los nervios, la mente y los objetos. La dicha es felicidad sin mezcla, es eterna e imperecedera, independiente y existe por sí misma.

Aun rodeado de objetos placenteros o dolorosos que perturban tu equilibrio mental, permanece inmóvil como una roca, aceptando todo con ecuanimidad, sé siempre alegre. Sonríe. Trata de estar siempre feliz. La felicidad es tu naturaleza misma. A eso se le llama alegría. Mantén tu mente en un estado moderado. No la dejes correr hacia los excesos. No permitas que se produzca en tu mente una depresión extrema ni un exceso de alegría extrema. La mente tiende a los extremos. Los extremos se tocan. Haz que tu mente esté siempre alegre, pero calmada.

Este mundo es una mera apariencia. La mente y los sentidos te engañan a cada instante. No existe una sola pizca de felicidad en este universo sensorial. Abandona toda idea y toda lucha egoísta por amasar lo mundano. Avanza directamente hacia la felicidad duradera y una alegría eterna. Fúndete en la práctica diaria de la meditación para experimentar el néctar de la Felicidad.

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