Los Mensajes de los Sabios

Entre nosotros hay maestros sabios que nos enseñan por dónde tenemos que ir, que allanan nuestro camino espiritual. Por desgracia, también hay falsos profesores. Les guía el orgullo, el ego, la avaricia, la inseguridad u otras fuerzas egoístas, y se hacen pasar por maestros o gurús. Nos dicen qué tenemos que hacer cuando ellos mismos no tienen ni idea. Evidentemente, es peligroso seguir a esas personas, pero ¿cómo podemos nosotros, como individuos de actitud abierta movidos por el amor, separar el grano de la paja?

La clave para distinguir a un maestro de verdad de uno falso es nuestra sabiduría instintiva propia. ¿Nos causan buena impresión esos maestros? ¿Demuestran amor y compasión, practican la no violencia, reducen nuestros miedos? ¿Incluyen a todos los demás grupos, a todos los demás seres humanos como iguales, como almas divinas en el mismo camino del destino? ¿Enseñan que no hay nadie mejor que otro, que todos remamos en la misma galera? ¿Reconocen que, aunque pueden indicar el camino, no pueden “llevar” a nadie a la plenitud espiritual? Sólo usted puede alcanzar su objetivo, porque en el fondo nuestro viaje de regreso a casa es un viaje interior, un regreso personal.

Los gurús pueden enseñarnos técnicas. Pueden ayudarnos a comprender mejor la vida, la muerte y los planos . Pueden ayudarnos a eliminar miedos y obstáculos. Pueden señalar el umbral, pero los que tenemos que cruzarlo somos nosotros.

En realidad el reino de los cielos existe en nuestro interior, y por eso toda alegría y toda felicidad sale de nuestro interior. No va a rescatarnos nadie. Al experimentar el amor verdadero y alcanzar la iluminación, nos “salvaremos” nosotros mismos.

Hace años había un cómico maravilloso, Flip Wilson, que interpretaba un personaje llamado Geraldine, que hacía cosas “pecaminosas” o egoístas y después se ponía en pie, colocaba los brazos en jarras y declaraba: “El demonio me ha obligado”. Qué proyección tan fuerte. La idea de que no somos responsables de nuestros actos es atractiva. Nos viene de perlas tener a una fuerza externa a la que echarle las culpas.

Hay quien le cha la culpa al destino. Aunque nuestras vidas discurren por cauces predeterminados, el destino no es responsable de nuestros actos. Y al igual que tenemos que hacernos responsables de nuestras conductas negativas y dañinas, también debemos responsabilizarnos de las positivas, las que se basan en el amor. Nadie más puede hacerlo en nuestro lugar.

Ningún demonio puede hacernos daño y, en última instancia, ningún gurú puede salvarnos.

BRIAN WEISS

Somos responsables de todo lo que ocurre en nuestra vida, de todo, de forma directa o indirecta. Quizás por traer temas pendientes de otras vidas que dejamos inconclusos, pueden ser temas de nuestro sistema familiar, que generaciones anteriores no pudieron resolver, y ahora el sistema busca la sanación, el equilibrio y el orden a través de nosotros, o quizás cuando estábamos en el espacio entre vidas, justo antes de nuestra concepción, antes del inicio de esta encarnación, decidimos vivir todo esto para nuestro crecimiento, sanación y evolución.

Todo forma parte de nuestro camino como almas, todo tiene mucho sentido para nuestra alma, somos los “dueños” de nuestra vida y de nuestro camino, de nuestro destino, y nadie tiene el poder de vivir, dirigir o cambiar nuestro destino, nadie. Somos los únicos responsables, y como responsables debemos tomar nuestro destino tal y como así decidió nuestra alma. Ella sabe, ella nos guía… y tenemos el poder de cambiar o modificar lo que necesitemos para hacer nuestro camino.

Siempre encontraremos personas que en un momento determinado nos darán la mano, esos maestros o gurús, que iluminarán nuestra camino cuando lo necesitemos, para tomar nuestro poder, para orientarnos de nuevo, y así seguir nuestro camino. Y no hablo de maestros y gurús únicamente  como seres iluminados, como Jesús o Buda, sino hablo de aquellas personas importantes que se cruzan en nuestra vida, en un momento de oscuridad, para darle luz y color, y hablo de nuestros padres, abuelos, amigos, parejas… Pero no nos olvidemos que es nuestro camino, nuestro deber y nuestra responsabilidad hacerlo, nos pueden acompañar en momentos de necesidad, pero luego tenemos la capacidad y el don de volar por nosotros mismos.

Nadie es responsable de nuestro destino, nadie es el culpable de lo que nos ocurre,  nosotros y solo nosotros somos los únicos responsables, dejemos de echar balones fuera para empezar a mirar a nuestro interior y asumir así la responsabilidad de nuestra vidas y de nuestro destino. Solo tu te puedes rescatar a ti mismo. Experimenta el amor verdadero y alcanzarás la iluminación, así te salvarás a ti mismo. El amor verdadero, el amor desapegado, desde el respeto sin posesión, respetando tu vuelo y el de cada uno.

NEUS CASANOVA

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